Google tiene alma de pulpo. Sus tentáculos se extienden desde los ordenadores, pasando por móviles, drones, coches autónomos y hasta un extraño proyecto que pretende crear un método anticonceptivo para los mosquitos responsables de la propagación del zika. Sin embargo, el núcleo de su negocio es la publicidad personalizada y segmentada. Para ello lo que necesita es conocer al milímetro a los usuarios: desde sus gustos hasta sus preocupaciones y sus horarios.
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